Me encantan. Repartidas por el centro de Madrid, se mimetizan con los transeúntes. Un barrendero, un niño con la cartera a la espalda, una muchacha apoyada en la pared, un hombre sentado leyendo un libro, un anciano que observa su sombra.. Congelados en el tiempo. Me recuerdan a Pessoa sentado en aquel café del Chiado. Tal vez su quietud no sea más que una engañosa percepción, a mi me gusta fantasear con la idea de que el reloj que rige nuestro mundo va demasiado rápido como para poder detectar sus movimientos. Tal vez ese barrendero haya avanzado unos centímetros la próxima vez que pase a su lado.
También lo puedes hacer con la reflex. Abres mucho el objetivo o sacas a la máxima velocidad que te permita, con el objetivo más cerrado y solamente enfoca el primer plano.
En alcalá de henares, cerca de la puerta de la muralla, hay una estatua de ua mujer apoyada en una barandilla.
Quedé una vez con una amiga a una hora un poco intempestiva y no me dió un infarto porque Dios no quiso.