(Interior.Día.Hans está dando una clase a los alumnos de Mario, que está presente. Habla apoyándose en el dibujo de la pizarra).
HANS: ...núcleo externo, manto y corteza. Seguramente a vosotros, como a casi todo el mundo, la montaña os aburre. Y como no estamos aquí para aburrirnos, vamos a caminar sobre una bola de fuego. Apasionante, ¿eh? Toda una aventura, ¿a qué sí? (Llega Ana. Observa desde el umbral de la puerta) ¿Y si yo os digo que ya lo estáis haciendo? Todos los días, día y noche. Camináis sobre una alfombra muy gorda, pero en realidad, pisáis fuego líquido. Y es que, aunque parezca un cuento chino, nada se está quieto. Ni nada es lo que parece. Por ejemplo, se dice que cuando uno les habla a las piedras es porque está loco, y es cierto en parte, porque no es uno el que tiene que hablarles. Tiene que dejar que hablen ellas. Claro que, para hablar con las piedras, primero hay que conocer su idioma. Pero también pasa eso con la gente ¿o no? Esta piedra (la muestra) ¿De qué me habla a mí esta piedra? (Se la coloca en la oreja) ¿Mm? A ver a ti (hace lo mismo con algunos niños) ¿Te dice algo? ¿no? ¿y a ti? ¿A ti te dice algo la piedra?
NIÑO: No.
HANS: ¿No? ¿Y a ti? por ahí, ¿no oís nada? Yo sí. Yo sí la oigo, porque conozco su idioma. Me cuenta historias. Me habla de millones de años. De tormentas de viento. Y de lluvia. Veo cielos oscuros. Y relámpagos. Y animales, y plantas que, como esta hoja, ¿eh? ¿veis la hoja? ¿eh? han sido arrastrados por la tormenta y se han ido amontonando poco a poco hasta formar esto. Esto, que parece una piedra tonta (Mirando a Ana).
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(Exterior. Día. Hans continúa su charla. El grupo de niños le rodea.Están sentados en el suelo. Mario, de pie, contempla el paisaje de tierra roja)
HANS: Nada es tonto. Nada es insignificante. El hielo, por ejemplo, es el peor enemigo de la montaña. Cuando llueve, el agua se mete en las grietas, y al llegar la noche, se hace hielo. Aumenta de volumen. Y rompe la piedra. Poco a poco, la deshace. La montaña lo sabe, y se queja. No puede defenderse, pero se queja. Antes de la tormenta, se oye un zumbido. Canto de abejas, le llaman. Porque es como un chisporroteo, como...como el zumbido de las abejas. Algunos dicen que es que el aire se carga de electricidad, pero a mí me gusta más creer que es la montaña, que se queja. Cuanto más se sabe, más cerca se está de la magia.
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(Interior. Día. La explicación de Hans a los niños prosigue. Mario, Ernesto y Ana están presentes)
HANS: Esto no es mágico (lleva el aparato en la mano), pero es fantástico. Esta lucecita se llama luz ultravioleta. Con ella bajamos al fondo de las cavernas y paralizamos a los monstruos. Acercaos, acercaos todos, acercaos (Los niños obedecen). Pero no solamente, eh, escucha tú, escucha tú...pero no solamente paraliza a los monstruos esta luz. Sirve para otras cosas. Pero para comprobarlo, tenemos que estar a oscuras. Completamente a oscuras. Ernesto, apaga la luz. (La habitación queda a oscuras) Sólo a oscuras se puede ver el alma de las piedras. (Va pasando el aparato por encima de las distintas piedras, obteniendo diversos colores) ¿Eh? Mira, mira, mira...¿Veis? ¿eh? Mira ésta. ¿Veis? Cada una tiene el alma de un color. Y de una forma distinta, ¿eh? ¿mm? Esta se llama axinita, que viene del griego. O sea, que los antiguos griegos, cuando le hablaban a esta piedra, pues la llamarían axinita, o algo así. Verás, toma (A un niño) Manéjala tú ¿eh?. Pero con cuidado, no la miréis. A esta luz no se le puede mirar de frente. Hace daño a los ojos. Con la gente no sirve, chavales. Sólo funciona con las piedras. Para la gente todavía no se ha inventado nada. (Mientras dice esto, mira fijamente a Ana)
Un lugar en el mundo
Argentina/ España/ Uruguay, 1992.
Dirección: Adolfo Aristarain.
Intérpretes: José Sacristán (Hans), Federico Luppi (Mario), Leonor Benedetto (Nelda), Cecilia Roth (Ana).
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