El ascenso ha sido duro, no tanto por la dificultad del camino, el esfuerzo físico o las inclemencias meteorológicas, sino más bien por las múltiples trampas imaginarias con forma de pedruscos, zanjas y barreras infranqueables que yo misma, inconscientemente, iba colocando en el sendero. He tenido que llegar hasta aquí para darme cuenta de que mi mayor enemigo soy yo misma. Creo que algo cambiará a partir de ahora, algo tengo que aprender.
He llegado al campamento base. Miro el camino recorrido y aunque sé que la cima aún está lejos, respiro con agradable serenidad el aire puro de estas nuevas montañas. Desde aquí la cumbre se me presenta como un contingente e incierto fin, pero la senda que conduce a ella empieza justo bajo mis botas.
Pues hala, p'arriba! Desde arriba las vistas son tremendas, seguro que incluso se ve el mar.
Siempre todos tenemos algo que aprender sobre nosotros mismos. :)