Hace algo más de 60 años "la casa de atrás" aún escondía a Ana Frank. Hoy, el repicar de campanas de la Westerkerk, el mismo que formó parte de la rutina de los escondidos, se escucha a lo largo del Jordaan, mezclándose con los timbres de las bicicletas.
La obligada estrechez de las calles impide que el tranvía y los autobuses penetren en este entramado de canales, y los pocos coches que se aventuran a circular o los prudentes peatones, han aprendido que éstos son terrenos en los cuales el amo y señor de la circulación es aquel que pedalea sobre dos ruedas.
Yo estuve en esa casa hace 2 años, y sentí un tremendo escalofrío pensando, que justamente por donde yo estaba pisando, Ana Frank también lo había hecho.Me dió profunda pena conocer su terrible sino,ella no merecía ese horroroso fin, tampoco su familia ni los millones de seres humanos que perdieron la vida en manos de los nazis. Recomiendo leer su diario,es sobrecogedor, sobretodo cuando has estado en la "casa de atras" y vas recordando todos los sitios que ella va describiendo y por los que tu has pisado, pero sin tener que esconderte de nadie.
yo no e estado en la casa de atras aunque es uno de mis mayores sueños y acabo de leer el diario de ana y realmente me siento tan parecida a ella digo en su forma de ser y realmente me hubiera gustado que su destino hubiera si do otro