En el verano de 1830, Charles Lyell, el padre de la geología, subió al Monte Perdido acompañado del naturalista y viajero Samuel Edward Cook. Ambos quedaron impresionados al comprobar que la cima estaba formada por materiales calizos repletos de fósiles marinos. A más de 3300 metros de altitud, imagino a Lyell observando a vista de pájaro el impresionante cañón excavado por el río Arazas, el mismo que he recorrido en varias ocasiones. Algo más de un año después, Charles Darwin inició su largo viaje a bordo del Beagle, llevando en su equipaje el volumen I de los Principios de Geología de Lyell.