En la isla-ratón un faro en lo alto se asoma al océano y un sendero serpentea ascendiendo desde la cola al lomo del roedor. Al caer la noche, el viento recorre estrechos huecos y galerías excavados por la lluvia y el mar filtrados por su piel. La isla-ratón chilla, la luz del faro parpadea y las rocas adoptan inquietantes formas humanas. Es hora de marchar.