Vista hacia el oeste desde la cima de Monte Perdido (3355 m.)
Esta historia comienza hace mucho mucho tiempo en un lugar .. no muy lejano. Los sucesos que serán relatados a continuación ocurrieron a un ritmo verdaderamente lento, aunque en la narración parezcan acontecimientos súbitos y catastróficos. Debemos seguir el compás del tic-tac del reloj que mide el tiempo geológico.
El periodo Cretácico acababa de comenzar, hará unos 135 millones de años y la Placa Ibérica (sobre la cual se asentaba gran parte de nuestra actual península) se encontraba rodeada de océanos. La falla del Golfo de Vizcaya nos separaba de Europa y durante un largo tiempo que abarcó todo el periodo Cretácico, salió magma a través de esta grieta formando nuevo fondo oceánico. Lentamente y durante unos 60 millones de años, la expansión del fondo oceánico provocó que Iberia rotara a medida que se abría el Golfo de Vizcaya, haciendo que el choque con Eurasia fuera inminente. Si a esto le unimos el hecho de que a finales del Cretácico la placa Africana comienzó a moverse en dirección norte, nos encontramos con una Iberia que no tardaría en verse sometida a enormes esfuerzos compresivos. La cordillera pirenaica estaba a punto de emerger del fondo marino.
Una nueva era comenzó el día después del impacto del meteorito de Yucatán. Estamos en el Paleoceno, al comienzo de la era Cenozoica. El plegamiento pirenaico se inició por el este, mientras que Huesca seguía sumergida bajo el mar y en el fondo marino se depositaban enormes sedimentos que darían lugar a grandes espesores de roca caliza, con abundantes fósiles de organismos. Durante muchos millones de años, Iberia continuó su peregrinación hacia el norte, hundiendo sus raíces bajo Eurasia y levantando a más de 3000 metros los fondos oceánicos que la separaban del gran continente. Esos fondos fueron además plegados, comprimidos y apilados, arrancados y desplazados varios kilómetros desde su ubicación original (como muestra en la fotografía puede observarse el impresionante pliegue de la pared oriental de la cima del Cilindro).
El final de la era Cenozoica coincidió con el fin del levantamiento pirenaico. Las fuerzas responsables de la aparición de estas montañas cesaron, pero otras fuerzas no menos grandiosas se iban a encargar de erosionar lo levantado. El clima fue enfriándose durante el Cuaternario y las nieves perpetuas se acumularon en las cumbres hasta que las lenguas glaciares ocuparon el paisaje. Hielo y agua desgastando la roca, horadando valles, circos y cañones, terminando de pulir este gran poema geológico.
Epílogo: Bajando de la cima recordé que la historia no termina aquí, sigue sucediendo ahora y continuará haciéndolo, pero de forma prácticamente invisible a nuestros ojos. Volvemos a nuestro ritmo vital y en él el tiempo geológico se nos muestra inalcanzable.
Pues supongo que los habrá en alguna zona, pero en estratos del Mesozoico ya que los ammonites se extinguieron con los dinos. Las calizas de Monte Perdido son más tardías, yo sólo vi algún bivalvo y numerosos nummulites.