No es mi intención convertir este blog en una colección de berrinches y pucheros varios, aunque puede que hasta sea bueno, así no doy demasiado la lata a los que tengo cerca. El caso es que mi nómina de diciembre sigue brillando por su ausencia, y después del bache infernal por el que está atravesando mi empresa, lo mejor sería intentar irme ahora. Pero tengo que reconocer que va a ser difícil encontrar por ahí un contrato indefinido, un horario aceptable y tanta libertad. Aunque cualquier cosa sería mejor que trabajar gratis... Además, entre los propósitos para el año nuevo estaba el cambiar trabajo.. ay.. los propósitos.. qué pronto se me han olvidado.
Y es ahora, supongo que por ver peligrar mi puesto de trabajo, cuando más estoy disfrutando de dar clase. Creo que realmente me gusta enseñar, y aunque a veces me quejo de que es un trabajo duro, de que hay días en los que no me apetece nada hablar y ponerme delante de la gente, sé que si me dedicara a otra cosa lo echaría de menos. Así que me digo: carpe diem, que en cualquier momento se cierra el chiringuito y me veo en casita.
Acabo de recordar una secuencia de la película Lugares Comunes. No es que tenga mucho que ver con lo que acabo de contar, pero recuerdo que me gustó mucho. El protagonista es un profesor de literatura al que jubilan anticipadamente, y en ella Federico Lupi suelta esta maravilla en una de sus últimas clases:
"Me preocupa que tengan siempre presente que enseñar quiere decir mostrar. Mostrar no es adoctrinar, es dar información pero dando también, enseñando también, el método para entender, analizar, razonar y cuestionar esa información. Si alguno de ustedes es un deficiente mental y cree en verdades reveladas, en dogmas religiosos o en doctrinas políticas sería saludable que se dedicara a predicar en un templo o desde una tribuna. Si por desgracia siguen en esto, traten de dejar las supersticiones en el pasillo, antes de entrar al aula. No obliguen a sus alumnos a estudiar de memoria, eso no sirve. Lo que se impone por la fuerza es rechazado y en poco tiempo se olvida. Ningún chico será mejor persona por saber de memoria el año en que nació Cervantes. Pónganse como meta enseñarles a pensar, que duden, que se hagan preguntas. No los valoren por sus respuestas. Las respuestas no son la verdad, buscan una verdad que siempre será relativa. Las mejores preguntas son las que se vienen repitiendo desde los filósofos griegos. Muchas son ya lugares comunes, pero no pierden vigencia: qué, cómo, dónde, cuándo, por qué. Si en esto admitimos, también, eso de que 'la meta es el camino', como respuesta no nos sirve. Describe la tragedia de la vida, pero no la explica. Hay una misión o un mandato que quiero que cumplan. Es una misión que nadie les ha encomendado, pero que yo espero que ustedes, como maestros, se la impongan a sí mismos: despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez. Sin límites. Sin piedad".
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