Estos seis meses en la cápsula de hibernación han dejado huella en el funcionamiento de mi cerebro. Ya me lo habían avisado, las neuronas se hacen vagas y es necesario que transcurra cierto tiempo para que las sinapsis se pongan a tono. Odio sentirme tan lenta, espero que esto no dure demasiado. Nunca he estado tan lejos de casa, y eso me emociona y asusta al mismo tiempo. Acabo de echar un vistazo al panel de mandos de la nave, las coordenadas son las correctas, me encuentro dentro del campo gravitatorio de Lynnis, el planeta al que me dirijo. Mañana comenzaré la aproximación, veremos si no he olvidado cómo se maneja este trasto. Tengo muchísimas tareas por hacer que me mantendrán ocupada las próximas horas. La mayoría de cultivos in vitro tienen un pésimo aspecto, no confío en salvar muchos de ellos. Algunos han quedado invadidos por un gigantesco callo de células indiferenciadas de Cucumis melo. Por lo demás, todo correcto. La cámara a –80ºC ha mantenido la temperatura durante todo este tiempo: mis bacterias están a salvo.

Me pregunto si Harlan sabe de mi llegada.