Pues sí, ha sido todo un lujo pasear por el Retiro en una mañana como la de hoy. No lo había planeado, simplemente me encontraba cerca de allí y disponía de un par de horas libres. Por suerte tenía la cámara y no he dejado de disparar hasta agotar las pilas. No tiene nada que ver con el bullicio que suele haber los fines de semana, el silencio y la tranquilidad contrastaban con el ruido de la ciudad, a tan sólo unos metros de allí. Y los únicos sonidos que rompían tanta calma eran los gritos de los patos en el estanque. Toda una delicia.
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