Estoy leyendo estos días un libro de la cosmóloga Janna Levin, "Cómo le salieron las manchas al universo". Está escrito en forma de cartas dirigidas a su madre y mezcla aspectos de su vida científica y el modo en que afecta a su vida personal, con reflexiones acerca de sus investigaciones y fragmentos completamente divulgativos, las teorías de Newton y Einstein, conceptos topológicos, la teoría del universo inflacionario, teoría de cuerdas, etc..
Levin se dedica a estudiar la forma del universo, cosa en la que nunca me había parado a pensar. Así que me sorprendo a mí misma imaginando, durante los trayectos en metro, posibles universos finitos y compactos con distintas formas, en los que tal vez algunas de las galaxias que vemos no sean más que una imagen fantasma de nuestra propia Vía Láctea en algún momento del pasado. La autora ilustra con numerosos ejemplos todo un abanico de espacios abstractos finitos o infinitos con diferentes topologías y dimensiones, que ayudan a entender algunos conceptos básicos en topología.
Hasta ahora, supongo que mi idea del universo era algo así como un espacio infinito más o menos plano en constante expansión desde hace 13700 millones de años, al que mi mente no daba ninguna forma concreta. Gracias a este libro he descubierto que hay gente tratando de darle forma a un universo finito. El título del libro alude a los mapas del universo trazados por el satélite COBE y, más recientemente, por la sonda WMAP, que miden las variaciones de la temperatura de la radiación de fondo de microondas. Esas fluctuaciones que vemos en forma de manchas pueden ayudar a averiguar qué forma tiene el universo.
En fin.. que estas cosas me dan vértigo mental e inflación cerebral.
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