Casi sin darme cuenta han transcurrido cuatro meses desde que llegué a Lynnis. ¿Y ha cambiado algo? ¿he conseguido solucionar alguno de los asuntos que me ahogaban en la Tierra y por los que decidí embarcarme en una nave y recorrer millones de kilómetros?. Me temo que no. A parte de demostrar a mis jefes que podría apañármelas sóla y lograr poner en marcha la producción a gran escala de la vacuna, todo lo demás sigue igual. Aunque este planeta gire alrededor de una estrella distinta a la que dibujó las pecas de mi rostro, los mismos asuntos siguen girando una y otra vez alrededor de mi mente. Abandoné el campo gravitatorio de nuestro Sol pero no he logrado escapar de algunos recuerdos que siguen girando en órbitas elípticas.
Tal vez esas órbitas vayan alejándose poco a poco hasta que, un día, esos recuerdos sean como cometas... y sólo aparezcan una vez cada cien años.
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