Eso es lo que dijo hace unos días Juan Luis Arsuaga tras salir del yacimiento de la Sima de los Huesos, según cuentan en el suplemento de ciencia de El Mundo (no he encontrado el enlace al artículo). También se quejan de la falta de medios y de que una parte importante del presupuesto se lo funden en combustible para iluminar los yacimientos, ya que carecen de luz eléctrica. Al parecer en la campaña de este año los fósiles humanos en la Sima (que pertenecen a Homo heidelbergensis) surgen a patadas, al contrario que otros años, en los que sobre todo encontraron fósiles de oso. Imagino la excitación que debe producir algo así para un paleontólogo, debe ser algo adictivo, estar allí abajo excavando, pincelada a pincelada, y ver surgir un trozo de mandíbula que tardarán horas en sacar. Y no saber si un fósil aún mejor puede estar a tan sólo unos centímetros más abajo. No me extraña que este hombre no se canse de bajar, a pesar del esfuerzo físico que conlleva el pasar horas ahí abajo con tan poco oxígeno.
Si siguen apareciendo fósiles en la Sima, ¿fue un enterramiento intencionado? ¿un rito, una práctica funeraria? ¿o simplemente una forma de deshacerse de los cuerpos? ¿por qué no aparecen niños o adultos viejos?. Jo, quiero saberlo.
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